Se cae un mito: el mal tiempo no incrementa el dolor muscular y óseo

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El estudio del historial clínico de más de un millar de pacientes con dolor lumbar y artrosis desmiente la relación entre el mal tiempo y los dolores músculo-esqueléticos, aunque los investigadores sí han mostrado un vínculo leve entre las altas temperaturas y el aumento de los síntomas de lumbalgia

Desde tiempos inmemorables, una cantidad ingente de enfermedades -sobre todo las relacionadas con los músculos y los huesos- se han relacionado con condiciones meteorológicas adversas. De la característica y ‘perjudicial’ humedad de las precipitaciones hasta los cambios bruscos de temperatura: todos los fenómenos que traen consigo un tiempo inestable y poco soleado se han vinculado tradicionalmente con el aumento de los síntomas de la lumbalgia o la osteoartritis. Y es que, una de cada tres personas sufrirá dolor de espalda en algún momento de su vida. Esta probabilidad aumenta en el caso de los pacientes con artrosis: una enfermedad crónica que padecen hasta un 18% de las mujeres y un 10% de los hombres mayores de 60 años. Sus síntomas son la hinchazón, el dolor y la pérdida de movimiento en las articulaciones. Pero, ¿el clima tiene algo que ver?Según un estudio llevado a cabo por investigadores del Instituto George de Salud Global en Sidney (Australia) y publicado en la revista ‘Pain Medicine’, el aumento de los síntomas de lumbalgia y la artrosis (también llamada osteoartritis) no tienen ninguna relación con los cambios meteorológicos.

La susceptibilidad, culpable de esta creencia»La creencia de la existencia del vínculo entre el dolor y las inclemencias del tiempo, se remonta a la época romana. Sin embargo, nuestro trabajo sugiere que esto podría basarse en el hecho de que la gente recuerda episodios que confirman sus puntos de vista preexistentes», explica Chris Maher, director de la investigación.Este pensamiento tradicional reside en la existencia de una relación entre los cambios en el clima (variaciones en la temperatura ambiental, la humedad, la presión atmosférica, el viento o las precipitaciones) y la aparición o la agudización de los síntomas del dolor de espalda o la artrosis.Para desmentir esta creencia generalizada y extendida durante siglos, los investigadores analizaron los historiales médicos de casi 1.000 adultos australianos con dolor lumbar, y 350 con osteoartritis de rodilla. Además, tuvieron en cuenta los datos de la Oficina Australiana de Meteorología durante el periodo de estudio, cuando se registraron temperaturas de entre 5,4 y 32,8 grados. Partiendo del clima en el momento en que los pacientes comenzaron a manifestar los síntomas, se remontaron, después, a las condiciones meteorológicas registradas una semana y un mes antes para observar una posible relación. «Nuestros pacientes se mostraban inflexibles a la hora de afirmar que las condiciones atmosféricas adversas empeoraban su sintomatología.

De esta forma, decidimos llevar a cabo un nuevo análisis de los pacientes con dolor lumbar y osteoartritis», añade Maher. Los resultados de este nuevo estudio mostraron exactamente lo mismo: la ausencia de relación entre estos dolores y la humedad, la temperatura, la presencia de viento, la presión atmosférica o las precipitaciones.Asimismo y desmintiendo aún más la tradición, los expertos asociaron el incremento de las temperaturas con un aumento -estadísticamente poco significativo- de la probabilidad de sufrir un episodio de dolor lumbar. «Los seres humanos somos muy susceptibles, por lo que es sencillo acordarnos más del dolor en los días fríos y lluviosos y olvidar aquéllos en los que tenemos los mismos síntomas pero el tiempo es benevolente y soleado», subraya el director del estudio, una forma de explicar la seguridad con la que los pacientes afirman padecer dolor cuando empeora la climatología.Más prevención y control de los síntomasPara Manuela Ferreira, coautora de la investigación, las personas que padecen estas condiciones no deberían centrarse en la climatología. Según afirma, «no sólo no tiene ninguna influencia sobre sus síntomas, sino que, además, escapa completamente a su control».En ese sentido, Ferreira desaconseja culpar al tiempo de la aparición de los síntomas y aboga por «centrarse en aquellos aspectos que uno puede controlar para la prevención y el mejor manejo de los episodios dolorosos».

LINK: http://www.elmundo.es/salud/2017/01/11/587607b7ca474138258b4650.html 

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